sábado, 10 de septiembre de 2011

ALICE

A boat, beneath a sunny sky
Lingering onward dreamily
In an evening of July-

Children three, that nestle near,
Eager eye and willing ear…(1)

Lewis Carroll,
Through the looking-Glass
and what Alice found there.

El verano se empecinaba en tejer sombras para el refugio de los pájaros del robledal, cerca, el lago desplegaba las plumas de los cisnes y la algarabía de unos cuantos botes tripulados por marineritos, con más ganas de sentirse piratas que formales caballeros de ultramar.
Un grupo de sirenas cepillaban sus muñecas en la costa, mientras desafinaban una canción de ronda y varias haditas, ajenas a toda mitología, comían frambuesas sentadas sobre un mantel de cuadros anaranjados.
Ella, observaba del otro lado, reclinada sobre el tronco de una encina. Ya había seguido con sus ojos azules el derrotero de las hormigas hacia su misterioso hoyo en medio del césped, había contado cada uno de los pétalos de las flores silvestres que la rodeaban y se aburría.
Al domingo todavía le quedaban horas de vida que las hormigas seguirían aprovechando para deshojar las flores, horas que las muñecas resistirían con estoicidad cada embestida del terrorífico cepillo de alambre, horas para que los piratas recuperasen su vocación naval al servicio de su Majestad, horas que ella padecería aunque abandonara la encina y buscara a su familia para apurar el regreso.
Junto a sus hermanas disfrutaba intensamente de las historias que el señor Dodgson(2) les contaba, pero no le alcanzaban pues una vez concluidas, era desarraigada de los territorios de la fantasía para ser regresada a esa previsible realidad de niños, que por gran hazaña apenas planeaban cruzar el lago del parque y fastidiar a las ranas de la costa, los domingos por la tarde.


Ese verano se aburría más que de costumbre porque Edith y Lorina se hallaban en casa de una tía y con las niñas vecinas de su edad no podía contar demasiado. Menos dispuestas a la heroicidad, huían de las aventuras al aire libre prefiriendo quedarse maniatadas con moños rosas, lilas y amarillos ante sus preciosas casas de muñecas, solo para reproducir hasta el cansancio las solemnes ceremonias del té, y las visitas formales de los adultos.
Se alisó la falda, jugueteó con un bucle caído en su frente, resopló fastidiada, hubiera querido salir corriendo por el prado, tomar velocidad y no detenerse hasta que el paisaje a su alrededor se convirtiera en una mancha de colores en donde habría podido reencontrarse con aquellos personajes que tantas veces la hicieran soñar, sin embargo se arrellanó contra el tronco protector y perdió la mirada en un cielo inusualmente despejado…
Un punto oscuro se fue materializando sobre la profunda bóveda azul, posiblemente una bandada de golondrinas. A medida que se aproximaba, la formación de aves le recordó una remota descripción que se fue ajustando cada vez más a la figura evocada. El batir de alas se fue fundiendo en uno y el reflejo flamígero de los ojos del jabberwocky la sorprendió con un grito en la garganta.
Se incorporó buscando a los niños, pero el lago estaba vacío, miró a su alrededor sin saber qué hacer, porque la bestia se acercaba a ella, cada vez más.
Algo tironeó de su falda: el pico de un pájaro dodo que absurdamente le habló con la voz del querido señor Dogdson:

- Alice- dijo ante su asombro- por fin despertaste…
-
Domingo 11 de septiembre de 2005

NOTAS
[1] Un bote, bajo un cielo radiante del sol/ avanza perezosamente/ en una tarde de julio…/ Tres niñas que se acurrucan/ con mirada ansiosa y oído deseoso…/
[2] Charles Lutwidge Dodgson, mejor conocido por el seudónimo literario de Lewis  Carroll.

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