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Desde aquellos lejanos días en que el glamour del Sierras comenzara a desvanecerse bajo el polvo, las telarañas y el olvido; desde que los trenes fueron llegando cada vez más vacíos hasta desaparecer; desde que el neón dejó de escribir HOTEL sobre las antiguas fachadas, una mirada melancólica empezó a deslizarse en busca del añorado esplendor.
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Otra ciudad creció a orillas de un embalse, convocó a multitudes, se erizó con las grises torres del progreso y conquistó los diálogos callejeros de la nuestra, como un modelo a imitar.
Comparándose, Alta Gracia comenzó a valorarse negativamente por todo aquello que supuestamente no tenía para ofrecer al viajero (no hay lago, no hay hoteles, no hay parques temáticos, no hay festivales, no hay…), pero las discusiones nunca llegaron a cristalizar una propuesta destinada a recuperar su rol turístico, más bien crearon un imaginario colectivo de lo utópico con proyectos reales y fantasiosos.
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El tiempo ha pasado, lo banal y lo efímero fueron ganando un espacio de sospechosa importancia frente al paisaje, empobreciendo el ambiente de aquel pujante enclave serrano. El presente nos ofrece nuevas postales de su patrimonio de ausencias…
Días pasados, en la medianera del estacionamiento de un supermercado de Carlos Paz pude leer esta patética inscripción: “la ciudad recupera su patrimonio” en un memorial destinado a evocar la primera casa construida por el fundador de la villa y que seguramente fuera demolida por la voracidad especulativa que definió su perfil urbano.
Los que alguna vez propusieron a esa ciudad como modelo de desarrollo, deberían reflexionar con la anécdota y comenzar a preguntarse, por qué tantos extranjeros por estos días, detienen sus pasos en Alta Gracia, para capturar con sus cámaras las claves de nuestra memoria, en los legendarios muros de piedra, en los sonoros techos ingleses de chapa, en la modesta grandeza de las fachadas italianizantes que aún sostienen nuestro paisaje de presencias.
Los que alguna vez propusieron a esa ciudad como modelo de desarrollo, deberían reflexionar con la anécdota y comenzar a preguntarse, por qué tantos extranjeros por estos días, detienen sus pasos en Alta Gracia, para capturar con sus cámaras las claves de nuestra memoria, en los legendarios muros de piedra, en los sonoros techos ingleses de chapa, en la modesta grandeza de las fachadas italianizantes que aún sostienen nuestro paisaje de presencias.
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Escrito para la edición 198 de Sumario.
14 de octubre de 2004
4 comentarios:
enome desafio de hacer hoy lo que hacemos de manera que en el futuro nuestras obras no hablen solo banalidades o quizas mudas sean presa de las piquetas del futuro sin siquiera una lagrima
Javier: Mucho de lo que se construye en el presente se hace sin pasión. Eso los condenará irremdiablemente a los escombros.
Walterio... Gracias... Obrigada por sua visita, comentário e por seguir meu Blog AMOR REVOLUCIONARIO...
Eu estou com um problema técnico no Google... Tentei seguir teus Blogs e não consigo ! Não sei o que fazer...
Boa semana, amigo
Jacque
Jaque: En "La Fragilidad de los Retiros" ya apareces como seguidora, quizás el problema ya se resolvió.
Espero que te haya gustado la anécdota del Che que transcribí del libro escrito por su padre.
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