lunes, 11 de enero de 2010

MISERIAS

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Los derroteros laborales a veces tienen destinos muy extraños y alguna vez, como un mercenario, vendí mi tiempo para trazar los planos de la decadencia.
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A un año de haberme liberado de la correa del trabajo en negro y tras regalar horas de vida a la mediocridad, descubro que Bellview, una mansión en la que participé como dibujante, se encuentra a la venta. Su original propietario Michael Misick, ex Chief Minister de las islas Turcos y Caicos, renunció al cargo al ser investigado por corrupción.
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Viendo las imágenes de la que fuera su casa, es dificil creer que la acusación sea falsa, pero lo peor es que el pueblo de las islas vive en condiciones precarias, eso sí, bajo la tutela de la corona británica...
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Recuerdo todos los intentos que hice para que los módulos de la bodega se ajustaran perfectamente a su perímetro circular:
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Y reirme pensando en qué títulos poblarían las estanterías de una biblioteca cuyo objeto no era precisamente el disfrute de la lectura, como se pudo comprobar:
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Mi mano también anduvo por el equipamiento de la cocina, del que aun conservo un borrador:
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(Según parece, eligieron otra campana para el extractor).
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Finalmente, (entre otros espeluznantes detalles decorativos) me tocó el sucio trabajo de dibujar los delfines que circundan la piscina y el portón de entrada del que por suerte no encontré imágenes.
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Siento un gran respeto por el patrimonio histórico, por eso desprecio estas expresiones arquitectónicas contemporáneas que vampirizan la suntuosidad del pasado intentando darle lustre a una clase burguesa, que carece de la menor sensibilidad para interpretarlo .
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Pero lo peor es que los autores de este proyecto, (los responsables del estudio en el que trabajé), están convencidos de que se trata de una arquitectura de excelencia, algo muy entendible en esta Argentina post-menemista para la que acuñé la siguiente frase:
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Mientras la aristocracia del siglo pasado, leía a los clásicos y viajaba a Europa, los nuevos ricos de hoy, hojean la revista Caras y pasean por Miami.
Está claro que la miseria muchas veces se disfraza con el ropaje de la opulencia y la hipocresía profesional.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Walterio, como mi novia sabe como pienso, me ha enviado el link de tu blog, para que hechara un vistazo a la publicacion que subiste, llamada, o mejor dicho, excelentemente titulada "Miserias". No exagero, amigo, si le digo que me emocione mucho al leer semejantes verdades, desde un punto de vista, que se nota, usted conoce a la perfeccion. Que mas decirle, firmo lo que dice, copié "Siento un gran respeto por el patrimonio histórico, por eso desprecio estas expresiones arquitectónicas contemporáneas que vampirizan la suntuosidad del pasado intentando darle lustre a una clase burguesa, que carece de la menor sensibilidad para interpretarlo", y lo guarde junto con frases que leo frecuentemente para no adormecerme, y para sentir que mientras existan pensamientos como el suyo, habra esperanza. Saludos. Franco Usseglio.

Walterio dijo...

Franco: Siempre es un gusto encontrarse con pares!

Hay una sobrevaloración mediática de estas manifestaciones decadentes que luego pretenden ser consumidas por la clase media en versiones económicas.

Pasé casi 5 años dibujando engendros arquitectónicos peores y más grandes, al principio free lance, luego "encadenado" a un box del estudio donde las relaciones interpersonales entre jefes y empleados desconocían cualquier tipo de prerrogativa laboral.
A veces accidentalmente llegaba a nuestras casillas algún mail por el que nos enterábamos de los contratos millonarios (en dólares por supuesto) que nuestros negreros jefes firmaban con sus comitentes extranjeros, mientras nuestra hora de trabajo costaba menos que la de una empleada doméstica.
Por si fuera poco debíamos ajustarnos a sus a los "estándares yanquis" y al hipócrita concepto de "hospitality".
Pensar que Bruno Munari decía:

"EL LUJO NO ES DISEÑO".