jueves, 29 de octubre de 2009

GRANJA

Alguna vez, perdí una ciudad dibujada sobre hojas y hojas tamaño Rivadavia, por aquel entonces no imaginaba que el futuro me devolvería la posibilidad de reconstruir una realidad de vacas rosadas y tomates gigantes...
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miércoles, 28 de octubre de 2009

ACROMÁTICOS

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Si la calle Córdoba al 500 se ha caracterizado por algo, ha sido por la serena armonía reinante entre sus vecinos. Lo que para muchos podría ser una monótona reiteración de ceremonias y coordinados claroscuros, es para nosotros, un orden basado en el respeto y la discreción.

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Nadie critica a la vecina de la esquina por no cuidar el jardín, ni al señor de al lado, por negarse a rasquetear el musgo de la alta fachada de su casa. A nadie molesta que las palomas aniden en nuestros árboles o que las hojas secas, se amontonen en la vereda; absolutamente nadie se inmuta ante la casona deshabitada al frente de la Tía Jacinta, que también comparte esta cuadra de la calle Córdoba.

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Sólo una línea de sombra distingue una vereda de la otra. Nosotros, orientados al sur, hemos aceptado la penumbra y alguna ráfaga de viento como elemento distintivo. Ellos, orientados al norte, en un solidario gesto por compartir el silencio de la luz, han provisto a sus ventanales de pesados cortinajes y postigos.

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Si la calle Córdoba al 500 se caracterizaba por algo, era por su secreta admiración por las películas de Torre Nilson, hasta que apareció La Señora y compró la casona al frente de la Tía Jacinta, que por ese entonces, aún compartía esta cuadra de la calle Córdoba...

El primero en traer la noticia, fue el pelado del almacén. Apareció con los ojos fijos y la calva empañada, nosotros lo atendimos sorprendidos: La señora estaba pintando la casona de color rosa calzón, con las molduras blancas y las puertas y ventanas de verde inglés. Luego vino la vecina de la esquina y a las corridas apareció Tía Jacinta, a tiempo de estrenar el famoso síncope, que por años había ensayado a escondidas.

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Semejante trastorno, impidió que los vecinos llegaran a un acuerdo, sobre lo que debía hacerse. El velorio de Tía Jacinta, fue el velorio de la calle Córdoba al 500, la despedida a nuestro equilibrio y un pretexto más para tomar represalias contra La Señora de la casa rosa calzón, pero el llanto nos despojó de todo espíritu de venganza, La Señora y su casa rosa calzón, se incorporaron al paisaje a regañadientes.

La Señora, comenzó a frecuentar a nuestros vecinos y pronto olvidaron el sacrificio de Tía Jacinta.

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Al mes de su partida, la vecina de la esquina, plantó rosales y pintó la casa de celeste enagua y violetita. Semejante demostración de insensibilidad casi me pierde en una ola de furia. Ella, que había sido la más recalcitrante opositora a las ideas de La Señora, se había convertido en su más fiel amiga. Pero eso, no fue lo peor, porque luego, el pelado apareció en casa, con la frente perlada de puntitos amarillos, invitándome a la reinauguración del almacén, que había pintado de ocre patito.

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No pasó demasiado tiempo para que nos diéramos cuenta de algo: la calle Córdoba al 500 ya no estaba dividida por una línea de sombra, era la luz la que nos expulsaba de la vereda, entre grietas y manchas de humedad.

La Señora había logrado que todos los vecinos orientados al norte, pintaran sus casas, sobre el cadáver de Tía Jacinta, tan afecta a los grises, como nosotros, los de la vereda al sur...

Sé que jamás llegaremos a esa exquisita apreciación del color, siendo esclavos del claroscuro, pero desde que en casa tenemos el Atlas del Color de Munsell, que nos prestara La Señora, estamos pensando seriamente en pintar el panteón de Tía Jacinta, solo que aún no nos decidimos entre un verdecito agua o un anaranjado. A Tía Jacinta le gustaban mucho las naranjas de ombligo...

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10 de octubre de 1994

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martes, 13 de octubre de 2009

CONTEXTO

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Solo se trataba de dibujarle el entorno más adecuado para cada tipo de lámpara, en el primer caso una de mesa, en el segundo una estroboscópica...
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Pensé que a la segunda la iban a ubicar sobre una pista de baile, pero me equivoqué.
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(Para el que no entiende muy bien la letra de mi alumnito, en el dibujo de abajo dice CABARET).
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jueves, 1 de octubre de 2009

OCTUBRE

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Doblegar

la castidad

de la sequía,

proponiendo

cenizas

por una fugaz

lujuria,

será insistir

en la perfecta

conquista

del dolor,

a pesar

de la frágil lluvia

del arrepentimiento.

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7 de octubre de 2006

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